domingo, 10 de mayo de 2015

No estoy dispuesta a ceder mi pedazo de pastel

Estos días me choca muchísimo ver algunas de las publicaciones en los medios sociales y masivos con ocasión del día de la madre. Me da escalofríos leer algunos de estos mensajes y me da aún más escalofríos leer los comentarios de la gente al respecto.

Típico: “Madre… esa mujer que lleva el dolor y las preocupaciones por dentro, pero lo calla y sonríe para no preocupar a los demás”; “esa mujer que se entrega a su labor sin importar lo que pase con ella”, “esa mujer que siempre está contenta, siempre es paciente y siempre abnegada; que aunque esté enferma, no haya dormido, tenga que trabajar, igual se entrega a las necesidades de los demás” o como ése video HORRIBLE que anda circulando, en donde al final el hijo le dice a la madre: “gracias por comprarme ropa buena para mi primer trabajo y por sacarme de las deudas cuando estoy hasta el carajo…”

sábado, 9 de mayo de 2015

Nuestro nombre: una marca indeleble

El nombre que estaba dispuesto para mí al nacer, era Sofía. En honor a mi mamá. Pero justo antes de que mi papá saliera para el registro civil a inscribirme, mi abuela materna le recordó que él siempre había querido nombrar a una hija Solange. No porque supiera su significado, ni nada por el estilo. Porque desde que lo escuchó, quedó fascinado.

En alguno de mis artículos de este blog mencioné el año pasado que había descubierto el significado de mi nombre: “Consagrada solemnemente.” Pero no busqué nada más.

No sé por qué nunca antes me había interesado en saber su significado. En realidad, ahora que lo pienso, es curioso, pues siempre me ha atraído como la astrología, la numerología, nuestro sexo, los nahuales mayas y ahora los neurotransmisores, marcan nuestra personalidad. Hace muchos años que sé que el nombre también. Y, no sólo eso sino que, viviendo en Guatemala, en donde quizás habremos menos de cinco personas de nombre Solange, la mayoría de gente, lo primero que me pregunta es “¿Y qué significa tu nombre?”. A lo que siempre respondí, “no sé.”

Cuando descubrí el año pasado que significaba Consagrada Solemnemente, me encantó… mis papás, sin saberlo, marcaron mi destino. Sí, mi vida está consagrada solemnemente a Dios. No en el sentido tradicional de la palabra – o lo que concebimos como una persona consagrada a Dios. Y menos solemne. De solemne no tengo ni un pelo.