sábado, 17 de agosto de 2013

La gente que se fue de mi vida

E
n los últimos años personas importantes para mí se han ido de mi vida. Se han ido porque las cosas no han sido como “esperábamos”, porque han querido irse, porque yo les he pedido que se fueran o porque ha habido una confrontación y a partir de ella han decidido irse. 
Cada una de esas personas que se ha ido ha provocado en mi un “movimiento telúrico”, un temblor. Algunos fueron fuertes, me movieron muchíiiisimo… y provocaron en mí numerosas cosas… profundos temores, dolores, tristeza… Otros, apenas los sentí. Con unos incluso fue peor el ruido que me provocó no saber por qué se iban que la partida en si… Me pregunté muchas veces qué es lo que estaba haciendo mal. La mente, el ego… siempre queriendo tener la respuesta correcta, controlar lo que pasa, “manejar” las situaciones como “debiera” ser.

Cuando estamos bloqueados…

¡C
uántas veces en nuestra vida sabemos que nos toca hacer algo; que sólo depende de que comencemos. Y… simplemente no sucede! Y entonces comenzamos con las excusas, en toda su variedad de colores, sabores, tamaños y formas. Las excusas para los demás y para nosotros mismos. Y la espinita sigue dentro… es algo que no va a dejarnos tranquilos hasta que lo hagamos.
Esto nos genera muchísima frustración, confusión, temor, cuestionamientos… Eso cuando ya hemos superado al menos medianamente la etapa del “autocastigo”, por no hacer, ser o actuar de la forma en que “deberíamos” hacerlo según los demás y nosotros mismos, en la dicotomía eterna de la mente, el ego, y el corazón, el Espíritu.
Si no hemos superado esa etapa… entonces comenzamos a apropiarnos de un montón de calificativos, que van desde haragán, dejado, descuidado, desastroso… hasta palabras menos “agradables”. Nos duele. Nos quedamos como estancados y nuestro nivel energético va descendiendo… nos vamos contaminando de este “no hacer” en otros contextos de nuestra vida… esto nos impide, hasta cierto punto, estar en total paz con nosotros mismos.