sábado, 29 de junio de 2013

Hombres negociadores, mujeres colaboradoras


D
urante una relación muy importante en mi vida, muchas veces me encontré sintiéndome realmente triste, decepcionada y llena de dolor por lo que yo consideraba en ese momento la falta de apoyo de quien era mi pareja. Muy lejos estaba yo de saber que en realidad no era que él no me apoyara, sino que era hombre y que, naturalmente, funcionaba de forma totalmente distinta a mí, que soy mujer.

Me acuerdo de momentos puntuales en que realmente necesitaba su ayuda, desde hacer cosas simples como ayudarme a cargar el tambo de agua o bajar las bolsas del supermercado del carro, hasta sentir su apoyo en períodos en que yo la estaba pasando muy mal emocionalmente en mi trabajo. No recibía la ayuda que yo necesitaba. Y él parecía no darse cuenta. Peor aún, parecía no importarle. Y yo me quejaba, resoplaba, me llenaba de resentimiento, alegaba…


Si hubiese sabido que, para que un hombre ayude sólo hay que pedirlo, asertivamente, lo hubiese hecho. No me sirvieron de nada todas aquellas suposiciones que hice, ni las historias falsas y novelas trágicas que me creé en la mente, ubicándome totalmente en un papel de víctima indefensa e impotente…

No sabía que el hombre, por naturaleza, es negociador. La mujer, en cambio, es colaboradora. Yo esperaba que, al verme hacer él estas cosas, instintivamente saltaría a ayudarme sin que yo lo pidiese, como lo haría cualquier mujer. O que sabría lo mal que estaban las cosas, me abrazaría y me escucharía hablar todo lo que necesitara… me preguntaría cómo me sentía, me diría que lamentaba lo que me estaba sucediendo y me diría que todo estaría bien.

Ahora que he aprendido sé que me toca, como mujer, aprender a saber yo primero  lo que quiero, necesito o deseo en cada situación. Y, luego, me toca aprender a expresarlo de forma oportuna, asertiva y evitando ponerle una carga emocional, lo cual confunde a la mayoría de hombres.


Es sumamente liberador cuando podemos aprender a reconocer lo que deseamos o necesitamos y cuando lo podemos expresar simplemente… Y es más liberador aún darnos cuenta de que los hombres reaccionan positivamente ante esto. Les encanta ser necesitados.  Los estimula. Y es ahí donde podemos complementarnos.


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