viernes, 10 de abril de 2015

Cada uno a lo suyo

Esta semana cambié mi laptop, la cual trae una nueva versión de sistema operativo. No sólo eso, sino que, además, por supuesto tuve que cambiar la versión de Office. Y se me ocurrió configurar mi cuenta de correo en Outlook - SOLA. Y, además, me puse a pasarle los documentos de mi máquina anterior – de los cuales hice back up ayer. Llevo más de seis horas haciendo esto y aún no he podido terminar. No sólo eso, sino que accidentalmente borré el back up de Mis Documentos. Dentro de la frustración, la impotencia y el enojo que tengo encima, agradezco sinceramente que haya profesionales que disfrutan hacer este tipo de cosas tanto como yo disfruto hacer lo que hago.
Sé que para un ingeniero en sistemas sería un verdadero reto sentarse frente a una niña que fue violada, frente a un hombre que se siente humillado o que tiene pánico o una persona que tiene fobia a los temblores. Aún con un tutorial en “YouTube”, sería un poco difícil para él la situación. No tendría ni la más mínima idea de qué decirle a una persona que está pasando por una depresión, que cree que no es merecedora del amor de Dios, que su vida no tiene remedio, que es sucia y depravada porque desea tener intimidad con su pareja o que no se atreve a pararse frente a un público numeroso aunque de eso dependa su trabajo y su única fuente de ingresos. Y, si no tendría ni la más mínima idea de qué decirle, menos aún sabría qué hacer con ello. 

 Y es por eso que, en medio de este cansancio, en donde el ego me ha venido repitiendo que termine todo hoy, que sea “eficiente y aproveche mi tiempo”, le doy gracias a Dios porque hay personas con tantos gustos, tantas aficiones, tan diversos en el mundo, que no tengo que hacer esto como trabajo todos los días.
A algunos les parecerá sumamente extraño que para mí sea un gusto sentarme frente a alguien que ha perdido la fe en la vida. Incluso pueda ser que les parezca morboso. Pero es verdad, me provoca mucho placer. No ver el sufrimiento. Verlos salir con cara de paz y con esperanza después de una hora de conversar conmigo, de trabajar un ejercicio simple de PNL, de constelaciones familiares o de PSYCH-K. Es mi ego también; mi ego que se regocija de placer en creerse responsable del cambio en la vida de esas personas, día a día, semana a semana, cuando sé con todo mí ser que no soy yo la que trabaja, sino que sólo soy un instrumento al servicio de Algo Más Grande.
Espero que la persona que me ayude a resolver todo este “conflicto existencial tecnológico” sienta, al menos una décima parte de placer, del que yo siento cuando uno de mis clientes me agradece, me abraza y sale sonriendo. Como dice una amiga querida, “Qué Dios lo bendiga”. De antemano, gracias por hacer esto por mí.

2 comentarios:

  1. Yo te tengo la persona ideal. Te mando el contacto a WhatsApp

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  2. ¡¡¡Muchas gracias Ana Lucía!!! Ya un amigo se comunicó conmigo. Un gran abrazo

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